miércoles, julio 26, 2006

Esa guitarra que ríe y llora...

Jean Baptiste “ Django “ Reinhardt vino al mundo en la ciudad belga de Liverchies en Enero de 1910 y no es aventurado decir que nació artista de los pies a la cabeza. Como los de su raza, vivió gran parte de su vida en una carreta y haciendo nomadismo ya que su familia se dedicaba al espectáculo de la cabra y el oso amenizados con el violín del padre y su banjo. Ya a la edad de nueve años le dieron un premio en reconocimiento a su gran destreza con el banjo.
Uno de los acontecimientos que marcó su futuro como guitarrista le ocurrió a los 18 años, la carreta sufrió un incendio. Su primera mujer “ Bella “ se dedicaba a la venta ambulante de flores artificiales, éstas eran de un material inflamable y una noche que Django volvía de una de sus actuaciones debió de volcar una vela mientras dormía. A Django le quedaron inmovilizados dos dedos de la mano izquierda, pasó año y medio en un hospital creyendo que su carrera como músico había terminado prematuramente, pero gracias a su constancia y sobre todo a su genio, consiguió superar la adversidad y pronto se convertiría en el virtuoso guitarrista que fue. Uno de sus hermanos le llevó al hospital una guitarra y desde entonces cambió el banjo por ésta que ya no dejó hasta el final de sus días, teniendo que inventar una nueva técnica de digitación acorde a sus facultades.
Existen documentos sonoros de Django antes del accidente tocando el banjo, acompañado por Jean Vissade (acc) y Francesco Cariolato (xyl) ó con Victor Marceau (acc).
Django se introduciría en el jazz por la escucha de Duke Ellington y Louis Armstrong y según sus propias palabras le atrajo porque en él encontró la perfección formal y la precisión instrumental que admiraba en la música clásica y la música popular no tiene.
Otro de los acontecimientos importantes de su vida, éste feliz, fue el encuentro con Stephane Grappelli, ocurrió en 1931 en un club de Montparnasse, Django acudió a este club para escuchar al saxofonista André Ekyan que por entonces era la sensación del Paris jazzístico. Grappelli ya había escuchado a Django y éste quedó prendado del lirismo de su violín, se había producido el flechazo y a este matrimonio musical solo pudo disolverlo la 2ª Guerra mundial durante los años de su duración.
Por esas fechas lo conoció Jean Cocteau que escribiría: “ Esa guitarra que se ríe y llora, guitarra con voz humana.”

Los primeros frutos de esta unión fueron unos conciertos acompañando a la voz de Jan Sablon junto a A.Ekyan (sa), Eugene D’Hellemes (tbn), Michel Erner (p), S.Grappelli (vio) y D.Reinhardt (g). Esto ocurrió en 1934 y poco después, éste mismo año fundaría el Quinteto del Hot Club de Francia, grupo con el que obtendría fama y reconocimiento. La formación inicial del QHCF fue: Django (g) S. Grappelli (violín) Joseph Reinhardt (g) Roger Chaput (g) y Louis Vola (b) este grupo asombraría a toda Europa con sus grandes dosis de swing y la facilidad de Django para la improvisación que unida a su virtuosismo como guitarrista les haría merecedores del galardón de mejor banda del continente.
La 2ª guerra mundial les sorprendió en Londres donde se quedó Grappelli, volviéndose el resto del grupo a Francia. Mientras el resto de sus hermanos de raza sufrió la persecución y los campos de concentración, ( Hay un excelente Cd dedicado a este tema a cargo de Christian Escoudé titulado “ A suite for gypsies “), Django consiguió ser el protegido de uno de los funcionarios de la administración nazi aficionado a su arte, a la vez y aunque sea paradójico a Django lo convirtieron en uno de los símbolos de la resistencia.
En los años que estuvieron separados Django y Stephane el violín de éste fue sustituido por un clarinete, tocado por Hubert Rostaing, sin duda influenciado por la orquesta de Benny Goodman.
Aún así, no crean que a Django se le subió la fama a la cabeza, siguió siendo el mismo personaje racial y tímido toda su vida como demuestra la siguiente anécdota referida en una entrevista hecha a S. Grappelli.
Había una señora de la alta sociedad parisina que acostumbraba a dar grandes fiestas, amenizadas por afamados músicos. En una ocasión los invitados eran Andrés Segovia y Django, habían pasado tres horas desde que el maestro de la guitarra clásica terminara su actuación y se esperaba la llegada de nuestro personaje, al fin éste apareció pero sin su guitarra y después de la negativa del maestro a prestarle la suya, hubo que ir en taxi en busca de una, aunque tubo que tocar con un instrumento de muy mediocre calidad, al finalizar la actuación Andrés Segovia preguntó a Django como podría hacerse con esa música, refiriéndose a las partituras, Django le respondió, riéndose, que en ningún sitio, solo estaba en su cabeza ya que había sido una improvisación. No podía ser de otra forma ya que no sabía leer ni escribir, cuando menos música.

Con respecto a su guitarra, decir que empleó una Selmer, instrumento que diseñó a su medida el gran lutier italiano Maccaferri y que probablemente sin saberlo hizo la primera guitarra de jazz.
En los años siguientes Django compartió escenario con todos los jazzmen americanos que visitaron Paris. Coleman Hawkins, Bill Coleman, Benny Carter, Joe Turner etc etc. En 1946 viajó a Estados Unidos para hacer una gira como invitado especial de la orquesta de Duke Ellington de la que solo queda un documento sonoro gracias a George Steiner que colgó un micrófono en un palco del Chicago Civic Center.
Cuentan que en una de las actuaciones de esta gira dio plantón al mismísimo Duke. De camino al teatro se topó con unos billares, juego del que era gran aficionado, tanto se ensimismó con el billar que olvidó la cita con la música, llegando a la actuación cuando ésta había empezado.
De este viaje volvió un tanto decepcionado, pensando que la reacción del público americano no había sido todo lo acogedora que él imaginaba que sería. Por estos años Django tocó con una guitarra eléctrica, instrumento con el no llegaría a las cotas de virtuosismo conseguido con la acústica.
Siguió tocando unos años más con el QHCF y con las más prestigiosas estrellas del jazz que visitaban Francia, en 1948 dio unos conciertos con el gran Dizzy Gillespie, Django había asimilado la revolución del Be- Bop. Poco tiempo después se retiró a su ciudad natal dedicándose estos últimos años de vida a la pesca y a la pintura. De forma imprevista y debido a un fatal golpe le sobrevino una hemorragia cerebral que acabó con su vida en 1953 a los 43 años de edad.
Pero a Django lo mantienen vivo sus más de 250 grabaciones a 78 r.p.m y una legión de seguidores de su estilo, tanto gitanos: Bireli Lagrene, Bolou y Elios Ferré, Christian Escoudé, su hijo Babik como “payos “ René Thomas, Philip Catherine, Larry Coryell, Jim Hall, Jerry Garcia, Jeff Beck, Fred Sharp, Jonny Hepbir y un largo etcétera, existiendo por todo el mundo réplicas del Hot Club de Francia, donde en la actualidad puede escucharse su música: Holanda, Escocia, Italia, Australia, Canadá, en USA los hay en Chicago, San Francisco, New York...





Texto copypasteado como de costumbre (gracias a quien sea… como dice Bea: “Sin ánimo de lucro”)… quizá el mejor guitarrista que yo haya escuchado jamás… apareció en mi vida por “error”, un disco doble en el que se dedicaba la mitad del paquete a Toots Thielemans y la otra mitad a Django… no recuerdo la razón que tuve para comprar ese vinilo… tampoco recuerdo cuántos años tendría yo… trece? catorce? Y sin ser consciente de haber escuchado jazz en la vida… luego descubrí lo que era el rag, el bop, el cool, el dixie… pero el swing lo descubrí gracias a sus quemadas manos.
Además arriesgo con este post… SÍ, SALE FUMANDO… CERRADME LA PÁGINA SI OS ATREVEIS, MALDITOS!!
Pd ya que estamos, echadle un ojo a las portadas de discos de jazz que Jim Flora diseñó... una pasada...

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